( Nota del Martes 13 de mayo de 2008 )
Reconstruyen el rostro de San Pablo
El modelo sirve para la edición de una biografía del apóstol
BERLÍN (EFE).— La Oficina de Investigación Criminal Regional del estado federado de Renania del Norte-Westfalia (oeste de Alemania) reconstruyó el rostro de San Pablo para una biografía del apóstol, a petición de su autor, Michael Heseman, informa el diario “Berliner Zeitung”.
El periódico señala que el escritor se dirigió al departamento de Ayuda Visual a las Investigaciones de la entidad para solicitar el trabajo, incluido en su obra “Paulo de Tarso. Arqueólogos tras las pistas del apóstol del pueblo”, publicado hace unas semanas.
Precedente
Heseman ya acudió en octubre de 2003 al mismo departamento, para solicitar una reconstrucción facial similar, en este caso del apóstol San Pedro, que utilizó en su libro “El primer Papa. Arqueólogos tras las huellas del Pedro histórico”, que le valió una audiencia con el fallecido papa Juan Pablo II.
Las investigaciones de los funcionarios han tomado como base descripciones halladas en textos antiguos y retratos pictóricos del apóstol, que han dado como resultado un rostro afilado, de ojos marrones, con una nariz prominente, barba entrecana y una frente despejada.
La publicación del libro de Heseman se adelanta dos meses al comienzo del “Año Paulino”, declarado por el papa Benedicto XVI, con motivo de los dos mil años del nacimiento del llamado Apóstol de los Gentiles, que se prolongará del 28 de junio de este año al 29 de junio del próximo.
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Como si fuera una presentación del personaje, recordamos los datos más importantes de su complejísima personalidad, tan llena de matices y de suma importancia en la historia del cristianismo, sus datos y rasgos físicos y en lo posible su fisonomía moral, aunque su conocimiento será más cercano, después de acompañarle en sus viajes, y sobre todo, si después escuchamos su voz en la lectura de sus cartas.
Retrato Físico de San Pablo
(De Eusebio sabemos (Hist. Eccl, VII, 18) que, incluso en su tiempo, había representaciones de Cristo con los apóstoles Pedro y Pablo. La apariencia de San Pablo se conservó en tres monumentos antiguos: (1) Un díptico que del primer siglo (Lewin, "The Life and Epistles of St. Paul", 1874, frontispiece of Vol. I and Vol. II, 210). (2) Un amplio medallón encontrado en el cementerio de Domitila y que representa a los apóstoles Pedro y Pablo (Op. cit., II, 411). (3) Un plato de cristal en el Museo Británico con los mismos apóstoles (Farrara, "Life and Work of St. Paul", 1891, 896). También tenemos dos descripciones concordantes en los “Hechos de Pablo y Telea” del seudo Luciano de Filópatris de Malalas (Chronogr., x), y en Nicéforo (Hist. Eccl, III, 37).)
Según representaciones antiguas, podemos decir que Pablo era bajo de estatura; El seudo Crisóstomo lo llama el hombre de los tres codos ( anthropos tripechys ); tenía las espaldas anchas, algo calvo, de nariz ligeramente aquilina, cejas corridas, barba gruesa y gris, complexión armoniosa y maneras agradables y afables. Sufría de una enfermedad que es difícil de diagnosticar (cf. Menzies, "St. Paul's Infirmity" en el Expository Times", July and Sept., 1904), pero a pesar de esta enfermedad dolorosa y humillante (II Cor., xii, 7-9; Gal., iv, 13-14) y a pesar de que su presencia no era imponente (II Cor., x, 10), Pablo poseyó sin duda una resistencia física fuera de lo común que sólo ella pudo soportar sus trabajos sobrehumanos (II Cor., xi, 23-29). El seudo Crisóstomo "In princip. apóstol. Petrum et Paulum" (in P. G., LIX, 494-95), piensa que murió a la edad de sesenta y ocho años después de haber servido al Señor treinta y cinco.
Como síntesis de su fisonomía humana, cristiana y de apóstol, es mejor recordarlo con lo que se nos dice en el libro de los Hechos de los Apóstoles, a quién le dedica los capítulos iniciales, 7º, 8º y 9º, y desde el capítulo 13 con la narración de sus viajes.
Existen algunas descripciones tardías de la apariencia física de Pablo, pero estas reproducen rasgos genéricos de personajes famosos de la antigüedad, que no permiten conocer nada seguro de cómo era su figura; sus cartas sólo contienen escasas referencias sobre sus rasgos físicos.
Sin embargo, podemos conocer las características de su personalidad a partir de las fuentes. Pablo era un hombre apasionado, un alma de fuego que se entrega sin medida a un ideal esencialmente religioso. Dios es todo para él y le sirve con lealtad absoluta. Cuando persigue a los cristianos, a quienes considera herejes, cree estar sirviendo a Dios (cf. Ga 1,13); después de su conversión, lo hace predicando a Cristo, al comprender, por revelación divina que sólo en él está la salvación prometida desde el Antiguo Testamento en la Ley y los profetas. Este celo incondicional se traduce en una vida de abnegación total al servicio de Aquel a quien ama. El sentirse elegido de manera singular por parte de Dios suscita en él inmensas aspiraciones, que se conjugan al mismo tiempo con profundos sentimientos de humildad y gratuidad.