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Copyright - Acapulco Guerrero México 28/06/2008
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Los
Encarcelamientos
de San Pablo
HECHOS 16,16-40: PABLO Y SILAS EN PRISIÓN Mientras íbamos un día al lugar de oración, salió a nuestro encuentro una muchacha esclava que estaba poseída por un espíritu adivino. Adivinando la suerte producía mucha plata a sus amos. Empezó a seguirnos y a Pablo gritando: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo y les anuncian el camino de la salvación.» Esto se repitió durante varios días, hasta que Pablo se cansó, Se volvió y dijo al espíritu: «En el nombre de Jesucristo te ordeno que salgas de ella» Y en ese mismo instante el espíritu la dejó. Al ver sus amos que con ello se esfumaban también sus ganancias, tomaron a Pablo y a Silas y los arrastraron a la plaza ante el tribunal. Y los presentaron a los magistrados diciendo: «Estos hombres son judíos y están alborotando nuestra ciudad; predican unas costumbres que a nosotros, los romanos, no nos está permitido aceptar ni practicar.» La gente se les echó encima. Los oficiales mandaron arrancarles las ropas y los hicieron apalear. Después de haberles dado muchos golpes, los echaron a la cárcel, dando orden al carcelero de vigilarlos con todo cuidado. Este, al recibir dicha orden, los metió en el calabozo interior, y les sujetó los pies con cadenas al piso del calabozo. LIBERACIÓN MILAGROSA Hacia la media noche Pablo y Silas estaban cantando himnos a Dios, y los demás presos los escuchaban. De repente se produjo un temblor tan fuerte que se conmovieron los cimientos de la cárcel; todas las puertas se abrieron de golpe y a todos los presos se les soltaron las cadenas. Se despertó el carcelero y vio todas las puertas de la cárcel abiertas. Creyendo que los presos se habían escapado, sacó la espada para matarse, pero Pablo le gritó: «No te hagas daño, que estamos todos aquí.» El hombre pidió una luz, entró de un salto y, después de encerrar bien a los demás presos, se arrojó temblando a los pies de Pablo y Silas. Después los sacó fuera y les preguntó: «Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?» Le respondieron: «Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia.» Así que le anunciaron la Palabra del Señor a él y a todos los de su casa, y él, sin más demora, les lavó las heridas y se bautizó con toda su familia a aquella hora de la noche. Los había llevado a su casa; allí preparó la mesa e hicieron fiesta con todos los suyos por haber creído en Dios. Por la mañana los magistrados enviaron a unos oficiales con esta orden: «Deja en libertad a esos hombres.» El carcelero se lo comunicó a Pablo y Silas, diciendo: «Los magistrados han dado orden de dejarlos en libertad. salgan, pues, y marchen en paz.» Pero Pablo le contestó: «A nosotros, ciudadanos romanos, nos han azotado públicamente y nos han metido en la cárcel sin juzgarnos, ¿y ahora quieren echarnos fuera a escondidas? Eso no. Que vengan ellos a sacarnos.» Los oficiales transmitieron esto a los magistrados, que se llenaron de miedo al escuchar que eran ciudadanos romanos. Fueron a la prisión acompañados por un grupo de amigos de Pablo y les pidieron que se marcharan, diciéndoles: «¡Cómo íbamos a pensar que ustedes fueran muy buena gente!» Y cuando Pablo y Silas estaban para irse, les rogaron: «Ahora que se van libres, por favor, no nos hagan problemas por haberles hablado duramente». Apenas dejaron la cárcel fueron a casa de Lidia. Allí se encontraron con los hermanos, a los que dieron ánimo y antes de marcharse.
EN LOS HECHOS DE LOS APOSTOLES CAPITULO 20 NOS DESCRIBE ASÍ:
Ahora voy a Jerusalén, atado por el Espíritu sin saber lo que allí me sucederá; solamente que en cada ciudad el Espíritu Santo me advierte que me esperan prisiones y pruebas. Pero ya no me preocupo por mi vida, con tal de que pueda terminar mi carrera y llevar a cabo la misión que he recibido del Señor Jesús: anunciar la Buena Noticia de la gracia de Dios.
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Glorioso apóstol San Pablo, vaso escogido del Señor para llevar su santo nombre por toda la tierra; por tu celo apostólico y por tu abrasada caridad con que sentías los trabajos de tus prójimos como si fueran tuyos propios; por la inalterable paciencia con que sufriste persecuciones, cárceles, azotes, cadenas, tentaciones, naufragios y hasta la misma muerte; por aquel celo que te estimulaba a trabajar día y noche en beneficio de las almas y, sobre todo, por aquella prontitud con que a la primera voz de Cristo en el camino de Damasco te rendiste enteramente a la gracia, te ruego, por todos los apóstoles de hoy, que me consigas del Señor que imite tus ejemplos oyendo prontamente la voz de sus inspiraciones y peleando contra mis pasiones sin apego ninguno a las cosas temporales y con aprecio de las eternas, para gloria de Dios Padre, que con el Hijo y el Espíritu Santo vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amén. |
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Oh glorioso San Pablo, Apóstol lleno de celo, mártir por amor a cristo, intercede, para que obtengamos una fe profunda, una esperanza firme , un amor ardiente al señor, para que podamos decir contigo, no soy yo el que vive, sino es Cristo quien vive en Mí, ayúdanos a convertirnos en Apóstoles, que sirvan a la iglesia con una conciencia pura, testigos de su verdad, y de su belleza en medio de la obscuridad de nuestro tiempo, alabamos junto contigo, a Dios nuestro Padre, a El la gloria en la Iglesia y en Cristo por los siglos de los siglos Amén. |
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